El museo del condón en Tailandia es un centro didáctico con el desafío de concienciar a las generaciones jóvenes y un homenaje a los capuchones de látex por su contribución contra la pandemia del sida durante los años 90.
"En general los tailandeses son tímidos a la hora de comprar condones, pero el problema principal es entre los jóvenes", explicó a Efe la doctora Supawan Chongthamawat, responsable del centro situado en las oficinas del Departamento de Ciencias Médicas.
El 70 por ciento de las enfermedades venéreas proviene de la población de entre 15 y 35 años, aunque la mayoría de los jóvenes tailandeses no ve el VIH como un problema que les afecte y sólo entre un 20 y un 30 por ciento utilizan siempre el preservativo, según datos de la ONU.
La doctora reconoció que si muchos tailandeses, sobre todo ellas, sienten vergüenza a la hora de comprar condones, la mayoría tampoco se anima a visitar el museo, que se encuentra un tanto apartado en la provincia de Nonthanburi, colindante con Bangkok.
"Creamos el museo hace dos años con la idea de reunir toda la información que hemos generado en las campañas para promover el uso del condón en los últimos 20 años y mostrar cómo se efectúan los controles de calidad", afirmó Supawan.
La primera aula del museo, instalado en un edificio oficial entre laboratorios y científicos con batas blancas, exhibe un historial de preservativos masculinos y femeninos, lubricantes, un alargador de penes y antiguos anuncios con lemas como "Sofware for your hardware", comparando los virus informáticos con el sida.
La visita, acompañada de las explicaciones de la doctora Supawan, continúa por los laboratorios donde se mide la resistencia de los preservativos inflándolos de aire hasta que estallan.
En otro apartado, una asistente coloca los preservativos en una máquina que los llena con 300 mililitros de agua y luego los masajea contra una toalla para comprobar su elasticidad.
Este laboratorio controla la calidad de los condones que se fabrican en Tailandia, uno de los mayores productores del mundo con unas 2.4000 piezas anuales de marcas como Durex, Ansell, SSL o Lifestyle.
De cada 315 preservativos que someten un test, se rompen entre dos y tres, lo que arroja un porcentaje de menos del 1 por ciento de probabilidad de que se rasguen durante el coito.
"Son cifras normales, la normativa internacional permite un límite de hasta 10 condones rotos por cada 315 piezas sometidas a las pruebas", comentó la doctora.
Supawan indicó que, frente a lo que mucha gente piensa que la clave de los preservativos es su longitud, el factor más importante para garantizar que no se romperá es el ancho, que oscila entre los 49 y los 56 milímetros por regla general.
"En Tailandia el ancho más vendido hace 20 años era el de 49 milímetros, ahora son más normales los de 52 o 52,5 milímetros, aunque también se venden de 56 milímetros", aseveró la científica.
Las autoridades tailandesas también están fabricando preservativos de 45 milímetros para adolescentes de entre 13 y 15 años, ante el aumento de los tailandeses de esta edad que mantienen encuentros sexuales.
Tras detectar el primer caso de sida en 1984 y especialmente a principios de la década de los noventa, Tailandia sufrió una vertiginosa propagación de la epidemia, contenida más tarde gracias a las intensas campañas de prevención, sobre todo en los locales de alterne.
Según Naciones Unidas, cerca del 98 por ciento de las prostitutas tailandesas utiliza hoy día el preservativo, frente al 14 por ciento que lo hacía en 1989.
En el presente, el objetivo del Gobierno es reducir el número de contagios de enfermedades de transmisión sexual, incluido el VIH, de las 10.000 infecciones anuales actuales a 3.000, concienciar a las generaciones jóvenes y acabar con el estigma social que padecen aún las víctimas del sida.
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