Una serie de pasillos estrechos, corredores de nichos y mausoleos es la antesala y el camino que se debe atravesar para llegar hasta a la fosa común, más conocida como “el rincón de las almas perdidas”, del Cementerio General del Cochabamba.
Este lugar se encuentra detrás de un muro del sector noreste del campo santo -oculto a simple vista-. Para muchas personas este pedazo de terreno es uno de los lugares menos visitado durante la semana; pero repentinamente los lunes cobra una relevancia e importancia inusual.
Aunque no se puede precisar con exactitud, porque no se lleva un registro, se calcula que más de un centenar de personas llega hasta este sector, sin discriminación de sexo, raza, edad o posición social, e ingresan desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde. Hora en la que el personal de seguridad cierra las puertas del cementerio y ya no deja ingresar a ninguna persona.
Estos devotos sólo tienen la intensión de agradecer o pedir favores a las almas de aquellos “que no pudieron ver la cara de Cristo” y que por alguna razón se quedaron divagando en este plano terrenal; y son ellos quienes acuden en el auxilio de las personas.
Según la creencia popular, las “almas perdidas” necesitan descansar en paz y para alcanzar esta meta piden misas, oraciones y todo lo que los dolientes ofrecen a sus muertos; pero con la diferencia de que estas “almitas” no tienen familia que se acuerde de ellas y se nutren de sus fieles devotos.
Es por eso que cada lunes, decenas de personas dedican una parte de su tiempo y ofrecen atenciones a estas almas olvidadas, a cambio deben devolver los rezos con alguna intervención en favor del devoto, o lo que comunmente se denominan “favores de las almas” para el “mundo de los vivos”; por eso se crea una simbiosis metafísica entre estos voluntarios. Ambas partes se nutren de la lealtad, compañía y muchas plegarias.
“Me estaba yendo mal en el negocio y peleaba mucho con mi pareja; una de mis amigas me trajo al rincón de las almas para que les pida su ayuda, y desde que soy devota las cosas han cambiado”, asegura una creyente de las almas que prefiere mantener su nombre en reserva.
Pero aunque parezca que es algo tan sencillo o simple, algunos seguidores alegan que no es tan sencillo formar parte de los “voluntarios de las almas”, ya que hay pasos que seguir; pero, cuando se consigue ingresar al seno de esta comunidad las almas no los abandonan, más al contrario, gozan íntegramente de su ayuda y protección.
lunes de almitas
Al mirar con detenimiento este lugar, el suelo irregular es una clara evidencia de las continuas excavaciones que se realiza en la fosa, para enterrar los nuevos cuerpos. Aunque en algunos sectores, la superficie del terreno, mayormente el que está cerca al muro divisional, está más seco y duro, e incluso se podría decir que está cocida por efecto de las brasas candentes del carbón, que son encendidas por los fieles para colocar sobre ellas las “me- sas de las almas”.
Las paredes que bordean este terreno ya adquirieron el color cenizo y exhiben sobre ellas muchos nombres, que están escritos a mano alzada. La mayoría sólo está realizada con un pedazo de carbón.
Al ver esta escena por primera vez parecería que se trataría de una lista de nombres, pero esos apelativos serían los únicos indicios que quedan del paso de estas personas por la vida terrenal.
“Algunos familiares o conocidos anotan el nombre de sus difuntos y es para ellos que ofrendamos nuestras plegarias”, comenta una de las seguidoras de las almas.
Fieles devotos
Al pie de los muros que bordean esta parte del cementerio, una hilera de ramos de flores está apilada en recipientes improvisados de botellas plásticas.
Romualdina Flores, comerciante de k’oa, cuenta que ella acude al cementerio todos los lunes, a partir del medio día -con mayor fervor el primero de cada mes-, desde hace ya más de cinco décadas. “Mis padres me enseñaron a creer en las almas y por esta razón siempre vengo a k’oar y rezar, porque ellos siempre me ayudan en mi negocio”, asegura.
Ella acostumbra realizar el mismo ritual semana tras semana; por lo general se sienta apoyada a la pared lateral del campo santo, buscando la sombra, para p’ijchar su coca y ch’allar con tranquilidad.
“Las ‘mesas almas’ son especiales porque tienen ‘dulces’ en forma de calaveras o angelitos; esta ofrenda es como su comida, al final también ch’allamos y esa es su bebida. Ellos también tienen hambre y sed”, asegura Flores.
Según los relatos de algunos presentes, ciertos lunes los devotos pueden brindar una misa especial, posteriormente compartir un plato de comida, preparado por el devoto. “Los primeros platos de comida son para las almas benditas y luego para los que hemos escuchado la misa”, relata Romualdina. A veces está presente un trovador que desgrana en el aire una melodiosa composición musical, acompañado por los acordes de una guitarra.
“almas benditas, almitas de nuestro amigos, que han salido de este mundo a la gracia del Señor” y luego de un rosario de nombres de las almas y de cantar el nombre de los fieles devotos, el trovador se retira con el pago en los bolsillos.
La luz natural comienza a bajar su intensidad y los devotos se retiran uno a uno, no sin antes terminar todo lo que les ha quedado, como hoja de coca, cigarrillos y la bebida; porque no puede devolver nada a la casa, “todo lo que hemos traido para las almas se termina aquí”, finaliza Flores.
DENTRO EL MUNDO DE LAS ALMAS
La curandera Yesmi Uría Álvarez es una de las devotas más conocidas y asegura que para convertirse en voluntaria se debe poner en práctica algunos rituales y luego recién el seguidor podrá afirmar que es parte de este grupo de fieles.
“Primero hay que pedir perdón a Dios -por sobre todas las cosas-, luego solicitar su indulgencia a las almas; posteriormente se debe hacer rezar las novenas, durante nueve lunes seguidos. Al finalizar este primer paso se hace celebrar una misa especial para las almas y recién la persona interesada se convierte en parte de los voluntarios de las almas”, asegura Uría.
Es a partir de ese momento que las personas pueden acceder a ellos con mayor peso. “Tampoco es cuestión de rezar mucho a las almas, porque ellos fueron mortales y nosotros podemos hablarles directamente, de tú a tú”, finaliza Uría.
Almas cumplidoras
Michael Camacho, guardia de seguridad del cementerio, asegura que los devotos de las almas olvidadas tienen respuesta, pues continuamente ha sido testigo de los favores e intersecciones que realizan en todo tipo de casos, como ser: encontrar familiares, casos perdidos o difíciles, juicios legales y todo lo que los devotos requieran.
“Vienen todo tipo de personas, incluso han venido prestigiosos abogados para que les ayuden en sus casos difíciles y luego, cuando ganan, vienen a agradecer los ‘favores’ recibidos”, dijo Camacho.
¿Magia negra?
Aunque los seguidores de las almas afirman no haber incurrido en este tipo de práctica, ellos sí conocen a algunos curanderos que ingresan al cementerio para realizar sus “trabajos especiales” o magia negra, en especial los lunes, porque tradicionalmente es un día consagrado a las almas.
Uno de los signos más evidentes de estos trabajos son las velas negras, las que apenas son descubiertas son eliminadas. Estos actos son repudiados por los voluntarios de las almas, ya que eso los coloca en una situación difícil.
Últimamente no se han encontrado velas negras en el sector, gracias a la rigurosa vigilancia y llamadas de atención que la administración emitió oportunamente.
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martes, octubre 11, 2011
jueves, julio 21, 2011
La “viuda negra” sigue el rastro de los hombres en Tarija
La “viuda negra”, sin duda es una leyenda muy conocida por todo tarijeño, tanto que a cada paso se relatan los cuentos de sus apariciones. Muchos lugares en nuestra tierra chapaca han sido escenarios de sus supuestas e innumerables visitas. Entre ellos están el Cementerio General, la calle Cochabamba, el camino a San Blas y muchos otros parajes solitarios
En la región chaqueña la leyenda pervive y es relatada en las ya tradicionales noches de fogata. El escritor René Aguilera Fierro quien recuperó estas leyendas afirma que en Yacuiba era normal escuchar hablar sobre la “viuda negra”, quien es considerada un ser sobrenatural con muchas descripciones de su aspecto, pero casi todas son similares y siempre se la describe como una mujer alta, delgada, vestida con un manto negro. Sus apariciones suelen darse en caminos y lugares solitarios.
De esta manera afirman que hace algunos años atrás, para nadie era desconocida la existencia de la “viuda negra”. Su recorrido era de dominio público, se decía que transitaba por las calles de la antigua ciudad de Yacuiba. En Tarija su recorrido comprendía la calle Cochabamba, las calles Comercio y avenida San Martín; dando la vuelta la esquina, se tenía la calle Sucre y por el otro lado estaba la calle Martín Barroso. Ese era el circuito que adquirió fama a raíz de las diabólicas apariciones.
Según cuenta René Aguilera en todos los tiempos, épocas y lugares, siempre hubo tunantes y borrachitos nocturnos, Yacuiba no fue la excepción, más por el contrario era una marcada costumbre ofrecer serenatas de media noche, sea por cumpleaños, por amistad, por conquista, galantería o por lo que sea. Unos y otros conocían la versión de la existencia de la “viuda negra” por lo que se respetaba a cuanta dama se pudiera encontrar en horas avanzadas de la noche. Por costumbre o temor los varones preferían esquivarlas o no dirigirles la palabra. La creencia en la “viuda negra” era superior a todo instinto; situación que aprovechaban algunas señoras para recogerse a altas horas de la noche.
También se decía que aparecía en ciudades, parada a mitad de las cuadras y siempre estaba como ausente o en espera de algo. Casi siempre se relaciona con los hombres con una sonrisa tétrica, pero con las mujeres no se muestra ya que las odia. Muchas veces ha acompañado a los hombres sin hacerles ningún tipo de daño, sin embargo no siempre sucede lo mismo. Su aparición siempre es de noche y su manto negro se mueve con el viento.
Muchos afirman ser testigos y víctimas de sus apariciones, sobre todo los hombres que en estado etílico se quedaban sin llegar a sus casas hasta altas horas de la noche. La “viuda negra” siempre aparecía caminando a unos pocos metros de su víctima y la esperaba para pedir que la acompañe hasta su casa. “¿Nos acompañaremos?” era la tradicional pregunta que solía hacer, luego mostraba una pequeña luz a lo lejos y afirmaba que ahí era su casa. Ocurrido esto la mayoría de los varones relatan no recordar lo sucedido después. Sólo cuentan sorprendidos que al día siguiente se encontraban tirados al medio de los matorrales o en algún basural.
Una de estas historias nos la contó Alfredo Zegovia quien relata que en 1995, en su estado etílico iba hacia su hogar, camino a San Blas, pensando en qué explicaciones daría a su mujer por haberse pasado de copas. Mientras continuaba su camino escuchaba ruidos que se confundían con los ruidos habituales. Pero en un momento sintió un lamento, alzó la cabeza y vio a una mujer gigantesca cubierta por una túnica negra, de pronto ella se abalanzó y dijo: “Lo mataron hace muchos años. Y me dejo Sola”. Alfredo dice que corrió hasta la altura del club hípico y se metió entre los árboles de la cerca. “Tenía el rostro ensangrentado porque la vi a la cara”, afirma y añade que la viuda negra tenía su nariz con las cuencas vacías.
Otra de estas experiencias la cuenta, René Aguilera Fierro quien relata que cierta vez un señor llamado Weimar Aparicio que se encontraba alojado en casa de la familia Vásquez, se recogía de una fiesta casi al amanecer y a la distancia pudo ver que por sobre la misma vereda se aproximaba una dama vestida de negro. El chaqueño Aparicio era un hacendado nacido y criado en el campo, acostumbrado a las vicisitudes de la naturaleza, era un tanto torpe y rudo en su manera de ser. Varias veces había escuchado hablar de la “viuda negra”, comentario al que jamás le dio crédito; por el contrario en su borrachera consideró una gran oportunidad para romper con aquella ridícula creencia, más bien pensó en conseguir una aventura casual, apresuró la marcha a fin de toparse con ella en un paso casi obligado que ofrecían unas grandes piedras y un poste sin luz; ya frente a ella le tocó el hombro.
Le bastó aquello para que su cuerpo saliera expulsado por una extraña fuerza hacia las piedras, al mismo tiempo que miraba sorprendido a la dama, “era un rostro blanco, dientes enormes, ojos impresionantes, facciones diabólicas, era una horrible calavera”, manifestó el propio Aparicio.
“Lo que ocurrió después fue de dominio público, especialmente para los vecinos de la calle Cochabamba, lugar donde ocurrió este hecho. Se cuenta que don Weimar Aparicio ingresó como un loco en el dormitorio de los esposos Vásquez, tenía el rostro ensangrentado, gritaba horrorizado y decía ‘Ahí está, ahí está’, tanto los dueños de la casa como algunos vecinos alarmados acudieron al lugar atraídos por la gritería; reunidos inspeccionaron los alrededores, se valieron de lámparas y linternas pero no lograron ver ni encontrar nada, tampoco rastro en las arenas donde ocurrió el suceso”, continuó Aguilera.
Añadió que al día siguiente, entre las piedras se pudo ver un viejo pañuelo de seda de color negro, en el mismo sitio donde el señor Aparicio suponía haber caído. Este pañuelo estuvo expuesto en el lugar durante mucho tiempo. El señor Weimar Aparicio, después de haber repetido una y otra vez su desafortunada experiencia de la víspera dijo que nunca más trataría de acercarse a una mujer en horas de la noche.
La “viuda blanca” en Bermejo
Al contrario de Tarija, en Bermejo resultaba frecuente la aparición de la “Viuda de Blanco”, una hermosa joven que deambulaba por determinados parajes. Raquel del Rosario Romero Torres, integrante del círculo de escritores de esa ciudad, nos cuenta que esta viuda aparecía a la altura de la ex refinería de Ypfb hasta donde estaba la torre de la misma. Relata que la joven caminaba todas las noches vestida con una solera de color blanco.
Uno de los relatos cuenta que la “viuda de blanco” se le apareció a la esposa de un médico de la Caja Petrolera quien en pleno invierno, cuando estaba yendo a su casa en su vehículo, vio a una jovencita pasear por ahí con sandalias y con un vestido descubierto, quiso acercarla a donde se dirigía; sin embargo la joven desapareció cuando ella estacionó a su lado. “Se le estremecieron los pelos y continuó a toda velocidad”, afirma Raquel.
Al indagar sobre el tema, una de las muchas personas que vio vagar por allí a la “viuda de blanco”, la reconoció y afirmó que se trataba de una mujer que vivía con su cuñado y su hermana en la casa de la ex refinería de Ypfb. Pero ésta habría sido atropellada por un vehículo y el párroco de turno no le quiso dar la bendición porque tenía fama de “mujer de vida alegre”
Incluso dice Raquel que varios ex trabajadores de Ypfb, cuando festejaban y tomaban algunas gotitas de alcohol de más, iban a visitar la tumba de la “viuda de blanco” y se perdían por muchos días. Luego de tanto buscarlos, sus esposas los recogían de la tumba de la “viuda de blanco”, con la nariz bañada en sangre. “Últimamente ya nadie la vio, sin embargo se cree que su alma se encuentra en los eucaliptos del lugar”, concluyó Romero.
El relato que
inquietó a Tarija
Hubo un tiempo en que algunos taxistas relataron que la “viuda negra” los hacía parar, para que la lleven al Cementerio General. Contaban que al bajar ésta les pagaba con monedas antiguas y descendía del vehículo como si de un alma se tratase.
Este relato inquietó mucho al pueblo tarijeño e incluso lo escuchamos como noticia por muchas radios locales.
En la región chaqueña la leyenda pervive y es relatada en las ya tradicionales noches de fogata. El escritor René Aguilera Fierro quien recuperó estas leyendas afirma que en Yacuiba era normal escuchar hablar sobre la “viuda negra”, quien es considerada un ser sobrenatural con muchas descripciones de su aspecto, pero casi todas son similares y siempre se la describe como una mujer alta, delgada, vestida con un manto negro. Sus apariciones suelen darse en caminos y lugares solitarios.
De esta manera afirman que hace algunos años atrás, para nadie era desconocida la existencia de la “viuda negra”. Su recorrido era de dominio público, se decía que transitaba por las calles de la antigua ciudad de Yacuiba. En Tarija su recorrido comprendía la calle Cochabamba, las calles Comercio y avenida San Martín; dando la vuelta la esquina, se tenía la calle Sucre y por el otro lado estaba la calle Martín Barroso. Ese era el circuito que adquirió fama a raíz de las diabólicas apariciones.
Según cuenta René Aguilera en todos los tiempos, épocas y lugares, siempre hubo tunantes y borrachitos nocturnos, Yacuiba no fue la excepción, más por el contrario era una marcada costumbre ofrecer serenatas de media noche, sea por cumpleaños, por amistad, por conquista, galantería o por lo que sea. Unos y otros conocían la versión de la existencia de la “viuda negra” por lo que se respetaba a cuanta dama se pudiera encontrar en horas avanzadas de la noche. Por costumbre o temor los varones preferían esquivarlas o no dirigirles la palabra. La creencia en la “viuda negra” era superior a todo instinto; situación que aprovechaban algunas señoras para recogerse a altas horas de la noche.
También se decía que aparecía en ciudades, parada a mitad de las cuadras y siempre estaba como ausente o en espera de algo. Casi siempre se relaciona con los hombres con una sonrisa tétrica, pero con las mujeres no se muestra ya que las odia. Muchas veces ha acompañado a los hombres sin hacerles ningún tipo de daño, sin embargo no siempre sucede lo mismo. Su aparición siempre es de noche y su manto negro se mueve con el viento.
Muchos afirman ser testigos y víctimas de sus apariciones, sobre todo los hombres que en estado etílico se quedaban sin llegar a sus casas hasta altas horas de la noche. La “viuda negra” siempre aparecía caminando a unos pocos metros de su víctima y la esperaba para pedir que la acompañe hasta su casa. “¿Nos acompañaremos?” era la tradicional pregunta que solía hacer, luego mostraba una pequeña luz a lo lejos y afirmaba que ahí era su casa. Ocurrido esto la mayoría de los varones relatan no recordar lo sucedido después. Sólo cuentan sorprendidos que al día siguiente se encontraban tirados al medio de los matorrales o en algún basural.
Una de estas historias nos la contó Alfredo Zegovia quien relata que en 1995, en su estado etílico iba hacia su hogar, camino a San Blas, pensando en qué explicaciones daría a su mujer por haberse pasado de copas. Mientras continuaba su camino escuchaba ruidos que se confundían con los ruidos habituales. Pero en un momento sintió un lamento, alzó la cabeza y vio a una mujer gigantesca cubierta por una túnica negra, de pronto ella se abalanzó y dijo: “Lo mataron hace muchos años. Y me dejo Sola”. Alfredo dice que corrió hasta la altura del club hípico y se metió entre los árboles de la cerca. “Tenía el rostro ensangrentado porque la vi a la cara”, afirma y añade que la viuda negra tenía su nariz con las cuencas vacías.
Otra de estas experiencias la cuenta, René Aguilera Fierro quien relata que cierta vez un señor llamado Weimar Aparicio que se encontraba alojado en casa de la familia Vásquez, se recogía de una fiesta casi al amanecer y a la distancia pudo ver que por sobre la misma vereda se aproximaba una dama vestida de negro. El chaqueño Aparicio era un hacendado nacido y criado en el campo, acostumbrado a las vicisitudes de la naturaleza, era un tanto torpe y rudo en su manera de ser. Varias veces había escuchado hablar de la “viuda negra”, comentario al que jamás le dio crédito; por el contrario en su borrachera consideró una gran oportunidad para romper con aquella ridícula creencia, más bien pensó en conseguir una aventura casual, apresuró la marcha a fin de toparse con ella en un paso casi obligado que ofrecían unas grandes piedras y un poste sin luz; ya frente a ella le tocó el hombro.
Le bastó aquello para que su cuerpo saliera expulsado por una extraña fuerza hacia las piedras, al mismo tiempo que miraba sorprendido a la dama, “era un rostro blanco, dientes enormes, ojos impresionantes, facciones diabólicas, era una horrible calavera”, manifestó el propio Aparicio.
“Lo que ocurrió después fue de dominio público, especialmente para los vecinos de la calle Cochabamba, lugar donde ocurrió este hecho. Se cuenta que don Weimar Aparicio ingresó como un loco en el dormitorio de los esposos Vásquez, tenía el rostro ensangrentado, gritaba horrorizado y decía ‘Ahí está, ahí está’, tanto los dueños de la casa como algunos vecinos alarmados acudieron al lugar atraídos por la gritería; reunidos inspeccionaron los alrededores, se valieron de lámparas y linternas pero no lograron ver ni encontrar nada, tampoco rastro en las arenas donde ocurrió el suceso”, continuó Aguilera.
Añadió que al día siguiente, entre las piedras se pudo ver un viejo pañuelo de seda de color negro, en el mismo sitio donde el señor Aparicio suponía haber caído. Este pañuelo estuvo expuesto en el lugar durante mucho tiempo. El señor Weimar Aparicio, después de haber repetido una y otra vez su desafortunada experiencia de la víspera dijo que nunca más trataría de acercarse a una mujer en horas de la noche.
La “viuda blanca” en Bermejo
Al contrario de Tarija, en Bermejo resultaba frecuente la aparición de la “Viuda de Blanco”, una hermosa joven que deambulaba por determinados parajes. Raquel del Rosario Romero Torres, integrante del círculo de escritores de esa ciudad, nos cuenta que esta viuda aparecía a la altura de la ex refinería de Ypfb hasta donde estaba la torre de la misma. Relata que la joven caminaba todas las noches vestida con una solera de color blanco.
Uno de los relatos cuenta que la “viuda de blanco” se le apareció a la esposa de un médico de la Caja Petrolera quien en pleno invierno, cuando estaba yendo a su casa en su vehículo, vio a una jovencita pasear por ahí con sandalias y con un vestido descubierto, quiso acercarla a donde se dirigía; sin embargo la joven desapareció cuando ella estacionó a su lado. “Se le estremecieron los pelos y continuó a toda velocidad”, afirma Raquel.
Al indagar sobre el tema, una de las muchas personas que vio vagar por allí a la “viuda de blanco”, la reconoció y afirmó que se trataba de una mujer que vivía con su cuñado y su hermana en la casa de la ex refinería de Ypfb. Pero ésta habría sido atropellada por un vehículo y el párroco de turno no le quiso dar la bendición porque tenía fama de “mujer de vida alegre”
Incluso dice Raquel que varios ex trabajadores de Ypfb, cuando festejaban y tomaban algunas gotitas de alcohol de más, iban a visitar la tumba de la “viuda de blanco” y se perdían por muchos días. Luego de tanto buscarlos, sus esposas los recogían de la tumba de la “viuda de blanco”, con la nariz bañada en sangre. “Últimamente ya nadie la vio, sin embargo se cree que su alma se encuentra en los eucaliptos del lugar”, concluyó Romero.
El relato que
inquietó a Tarija
Hubo un tiempo en que algunos taxistas relataron que la “viuda negra” los hacía parar, para que la lleven al Cementerio General. Contaban que al bajar ésta les pagaba con monedas antiguas y descendía del vehículo como si de un alma se tratase.
Este relato inquietó mucho al pueblo tarijeño e incluso lo escuchamos como noticia por muchas radios locales.
jueves, marzo 03, 2011
Leyenda la cholita Sirena
Historia: En 2010, la cholita Sirena anunció a los vecinos sobre el desastre de la zona.
“Es culpa de la maldición de la víbora Sirena”, afirmó doña Carmen Mamani, una de las mujeres damnificadas que, sentada sobre la acera, al ver los escombros recordó que una cholita les amenazó con “hacer desaparecer la zona”.
“Eso es cierto”, afirmó con absoluta seguridad, y Victoria Quispe, una de sus vecinas que se encontraba a su lado, corroboró ese dato a La Prensa y a algunos trabajadores de la Alcaldía paceña.
Las dos mujeres de Callapa descansaban en una acera de la avenida Periférica, a una cuadra de su vivienda derrumbada el pasado sábado.
“Fue el año pasado en la fiesta de la zona, en junio, cuando ella (Sirena) visitó la zona”, contó Carmen mientras paseaba la mirada sobre las casas derruidas y la avenida agrietada.
En seguida, Victoria cortó el relato de Carmen: “Es que nadie la quería por su apariencia, los chicos se separaban de su lado, no querían hacerla bailar y sólo sus amigas la hicieron tomar (cerveza) en una de las quintas, hasta que se emborrachó demasiado. Fue a tocar casa por casa para que la alojen y nadie la recibió. Todos la botaban”.
DESCRIPCIÓN. “Sirena es una cholita que vende frutas en el mercado Rodríguez y que hace cuatro días no aparece. Es joven, de unos 25 años”, detalló Cármen, quien además la describió “como una mujer blanca, rara, con cara pequeña y ojos rasgados, como de la víbora”.
Además, Victoria relató que “su piel parecía con escamas, como el de la víbora, y cuando uno le tocaba, parecía mojada, como la gelatina”.
Ambas aseguraron que por ello a todos los vecinos les dio miedo alojarla. “Tocó a una vecina y ella le dijo: ‘¿Tú quién eres para que te aloje?, no te conozco. Otra le gritó: ¡Cómo te voy a alojar, tan fea que eres, das miedo!
Todos la trataron muy mal y ella se fue llorando y maldiciendo: “Ahora van a ver todos. Nadie me quiere alojar... Se van a acordar de mí, todo su pueblo se va a destruir, ya no va a existir. Todos van a llorar igual que yo estoy llorando por una casa. Van a ver... mis hijos los van a inundar”, recordaron las vecinas todavía asustadas y arrepentidas por el maltrato que dieron a Sirena.
Carmen aseguró que Sirena es hija de una víbora, por eso tiene esa fisonomía, ya que una noche, en su pueblo, a su mamá la enamoró un joven guapo: “Durmieron, pero al día siguiente despertó en el pasto junto a una víbora. Ella es hija de él”.
SUCESO. Carmen y Victoria tienen la certeza de que la maldición de Sirena es real, pues a uno de sus vecinos le apareció una víbora, “debe ser su hijo, como dijo ella”, enfatizó Carmen.
Don Teo confirmó la aparición de una víbora: “Era de metro y medio. Estaba en mi casa, cerca a mi gata con sus crías, ahora no aparecen, supongo que se los comió a mis gatos”.
Él cree que la historia es cierta, pues hace años ocurrió lo mismo en la población de Chima, cuando todo el pueblo se cayó.
Creencias que hay en la zona
Vecinos de la zona de Callapa, una de las más afectadas por el megadeslizamiento, aseguraron que la quema de colchones y el llanto de los animales son algunas de las creencias más comunes entre ellos.
Juan Tapia recordó que dos días antes del pasado domingo, día en que se deslizaron las viviendas, las vacas, los perros y los gatos de la zona se desesperaron, aullaron y maullaron. “Eso fue un aviso de ellos y nadie les hizo caso. Los animales escuchan el ruido de las aguas”.
María, una de las vecinas que quemaba su colchón, contó que lo hacía para espantar a las lluvias.
“Es culpa de la maldición de la víbora Sirena”, afirmó doña Carmen Mamani, una de las mujeres damnificadas que, sentada sobre la acera, al ver los escombros recordó que una cholita les amenazó con “hacer desaparecer la zona”.
“Eso es cierto”, afirmó con absoluta seguridad, y Victoria Quispe, una de sus vecinas que se encontraba a su lado, corroboró ese dato a La Prensa y a algunos trabajadores de la Alcaldía paceña.
Las dos mujeres de Callapa descansaban en una acera de la avenida Periférica, a una cuadra de su vivienda derrumbada el pasado sábado.
“Fue el año pasado en la fiesta de la zona, en junio, cuando ella (Sirena) visitó la zona”, contó Carmen mientras paseaba la mirada sobre las casas derruidas y la avenida agrietada.
En seguida, Victoria cortó el relato de Carmen: “Es que nadie la quería por su apariencia, los chicos se separaban de su lado, no querían hacerla bailar y sólo sus amigas la hicieron tomar (cerveza) en una de las quintas, hasta que se emborrachó demasiado. Fue a tocar casa por casa para que la alojen y nadie la recibió. Todos la botaban”.
DESCRIPCIÓN. “Sirena es una cholita que vende frutas en el mercado Rodríguez y que hace cuatro días no aparece. Es joven, de unos 25 años”, detalló Cármen, quien además la describió “como una mujer blanca, rara, con cara pequeña y ojos rasgados, como de la víbora”.
Además, Victoria relató que “su piel parecía con escamas, como el de la víbora, y cuando uno le tocaba, parecía mojada, como la gelatina”.
Ambas aseguraron que por ello a todos los vecinos les dio miedo alojarla. “Tocó a una vecina y ella le dijo: ‘¿Tú quién eres para que te aloje?, no te conozco. Otra le gritó: ¡Cómo te voy a alojar, tan fea que eres, das miedo!
Todos la trataron muy mal y ella se fue llorando y maldiciendo: “Ahora van a ver todos. Nadie me quiere alojar... Se van a acordar de mí, todo su pueblo se va a destruir, ya no va a existir. Todos van a llorar igual que yo estoy llorando por una casa. Van a ver... mis hijos los van a inundar”, recordaron las vecinas todavía asustadas y arrepentidas por el maltrato que dieron a Sirena.
Carmen aseguró que Sirena es hija de una víbora, por eso tiene esa fisonomía, ya que una noche, en su pueblo, a su mamá la enamoró un joven guapo: “Durmieron, pero al día siguiente despertó en el pasto junto a una víbora. Ella es hija de él”.
SUCESO. Carmen y Victoria tienen la certeza de que la maldición de Sirena es real, pues a uno de sus vecinos le apareció una víbora, “debe ser su hijo, como dijo ella”, enfatizó Carmen.
Don Teo confirmó la aparición de una víbora: “Era de metro y medio. Estaba en mi casa, cerca a mi gata con sus crías, ahora no aparecen, supongo que se los comió a mis gatos”.
Él cree que la historia es cierta, pues hace años ocurrió lo mismo en la población de Chima, cuando todo el pueblo se cayó.
Creencias que hay en la zona
Vecinos de la zona de Callapa, una de las más afectadas por el megadeslizamiento, aseguraron que la quema de colchones y el llanto de los animales son algunas de las creencias más comunes entre ellos.
Juan Tapia recordó que dos días antes del pasado domingo, día en que se deslizaron las viviendas, las vacas, los perros y los gatos de la zona se desesperaron, aullaron y maullaron. “Eso fue un aviso de ellos y nadie les hizo caso. Los animales escuchan el ruido de las aguas”.
María, una de las vecinas que quemaba su colchón, contó que lo hacía para espantar a las lluvias.
sábado, junio 07, 2008
LA LEYENDA DE HUARI (Resumen)

Cuenta una de las leyendas de Oruro que un ser llamado Huari se enamoro de una hermosa ñusta llamada Aurora que era hija del sol, esta no correspondió a su amor. Huari, en venganza mando cuatro plagas para destruir el pueblo de los Urus.
La primera plaga fue un sapo gigante, del tamaño de un cerro, que ataco por el norte. Por el sur, una víbora cual si fuese un río embravecido. Pero este, una gran cantidad de inmensas hormigas.
La ñusta Aurora petrifico las plagas con hondaños certeros. El despechado amante herido en su orgullo decidió dejar los ojos del dios sol , internándose en el interior de la tierra.
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