La Paz / BBC Mundo.- “ Nos reservamos el derecho de admisión” suele leerse en bares o restaurantes de Bolivia. En muchos otros, si bien no existe el cartelito, no todos los clientes son bienvenidos.
Gitana, un bar-restaurante ubicado en la zona Sur paceña, es uno de esos locales que suele rechazar a sus clientes según su apariencia o el color de su piel.
El columnista Fernando Molina se declara víctima de racismo y discriminación porque hace poco no le permitieron el ingreso a ese local. En cambio, le dieron vía libre a sus amigos extranjeros que, por razones obvias, se marcharon del lugar.
Lo mismo le ocurrió al menos a dos amigos suyos de origen aimara. Tuvieron que marcharse del mismo sitio porque les dijeron que no eran clientes habituales o que el local estaba tan lleno que no había mesas para ellos, aunque evidentemente sí para los “blancos”.
Molina cuenta que “no entras si no eres del biotipo que a ellos les gusta. En cambio, si eres rubio, ingresas”.
Uno de los propietarios de Gitana, Gerardo Sanz, dijo a BBC Mundo que “como en todo local, hay derecho de admisión. No puede entrar una persona en estado de ebriedad o en buzo deportivo”. Asegura que no hay discriminación racial sino algunas reglas. Y cuando le pregunto sobre el caso de Fernando Molina, dice que “si no lo dejaron entrar es por algo”.
En otros lugares, la discriminación es más explícita. Por ejemplo, en una zona frecuentada por turistas en el barrio antiguo de La Paz hay un bar que detrás de la puerta exhibe un dibujo de una llama metida en el símbolo de prohibido.
En el cartel se lee “no llamas”. Ésa es la forma más despectiva de referirse a los indígenas o descendientes de ellos.
La presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, Marianela Paco, dice que estos letreros y comportamientos “evidencian una actitud racista que significa que si eres moreno, o eres bajito (de estatura), o no te vistes como ellos esperan, entonces no puedes entrar”.
La parlamentaria elaboró un proyecto de ley contra el racismo y la discriminación, que tipifica delitos de ocho formas de discriminación racial. Entre esas formas se encuentra el “derecho de admisión”.
“Se prohíbe, bajo sanción, a todos los establecimientos públicos y privados de atención al público fijar carteles que restrinjan el ‘derecho de admisión’, salvo los casos que se relacionen con la normativa de protección del menor y la seguridad de las personas”, dice el proyecto de ley, que ya fue enviado a la Presidencia de Diputados para su debate.
Las sanciones que impone el proyecto van desde las multas pecuniarias hasta la reclusión por seis años y, si hubiera agravantes, la pena puede subir hasta nueve años.
Molina dice que “hay discriminación racial en la vida cotidiana”, y por eso cree que es hora de pasar de los discursos a los hechos. “Me parece que hay que traducir el discurso en realidad”, menciona en alusión a las autoridades estatales que pregonan la igualdad de todos los bolivianos.
Cuenta que en los barrios amurallados de La Paz, los taxistas deben presentar su licencia de conducir si desean ingresar, pero no ocurre lo mismo con los conductores de vehículos particulares, que entran sin ninguna restricción.
La diputada Paco también relata que es común en Bolivia que se exija “buena presencia” a las señoritas que postulan a determinado cargo.
La diputada Paco reflexiona en que el racismo existía desde siempre, aunque “la polarización política ha coadyuvado a visibilizarlo, pero lo ha hecho con una violación a los derechos humanos exacerbada”.
De hecho, la ley que irá próximamente a debate ha sido inspirada en una pelea política hace dos años en Sucre, cuando opositores al Gobierno humillaron a campesinos indígenas seguidores de Morales. Les quitaron sus ropas y les obligaron a besar el suelo de Sucre.
Derechos
El local Gitana, en la plaza Humboldt, fue identificado como un sitio en el que no se acepta el ingreso de ciertas personas.
En la puerta existen funcionarios que observan el porte de la persona para dejarla entrar o negarle el paso.
Un columnista de periódicos fue víctima de esta discriminación, pese a hallarse con un grupo de amigos extranjeros.
A sus amigos les permitieron el paso, pero a él le dijeron que no podía ingresar, sin darle explicaciones de esa decisión.
Hay locales en los que existen carteles que establecen que la empresa se guardará “el derecho de admisión”.
Los empresarios explican que esta advertencia es principalmente para evitar la presencia de personas ebrias.
Sin embargo se utiliza como excusa para discriminar a personas con rasgos indígenas y de bajos recursos.
Actualmente existe una norma sobre discriminación, que se encuentra en tratamiento en la Asamblea Plurinacional.
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