La esclavitud moderna ya tiene un atlas en Brasil que puede ayudar a las autoridades a identificar la posible ubicación y las modalidades de este flagelo que afecta a miles de personas principalmente en las zonas más remotas de ese país.
El “Atlas del Trabajo Esclavo en Brasil”, de 82 páginas, fue elaborado por geógrafos de la Universidad de Sao Paulo (USP) y la Universidad Estatal Paulista (Unesp) y publicado en internet por la ONG Amigos da Terra Amazonia Brasileira, con el apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
“Se trata de una herramienta que las autoridades pueden usar para detectar el trabajo esclavo sin esperar a que alguien presente una denuncia”, explicó a EFE el francés Hervé Théry, uno de los autores del Atlas e investigador del Centro Nacional de Pesquisa Científica de Francia, que hace siete años trabaja en la USP.
El Atlas se hizo a partir de dos indicadores desarrollados por los investigadores: el Índice de Probabilidad de Trabajo Esclavo y el Índice de Vulnerabilidad al Reclutamiento. El primero identifica los lugares en que más se suele forzar a trabajadores a realizar actividades difíciles y precarias, y el segundo ubica las zonas en que viven las personas con más probabilidades de caer en las redes de los explotadores.
Los dos instrumentos fueron elaborados a partir de un banco de datos que registra denuncias de trabajo esclavo en todo el país, así como las estadísticas de las 3.165 operaciones efectuadas entre 1995 y 2011 por fiscales del Ministerio de Trabajo que permitieron “liberar” a 41.451 personas.“Un cruce de esas informaciones nos permitió descubrir que hay lugares en que teóricamente debe haber trabajo esclavo a los que aún no han ido los fiscales”, explicó Théry.
Según el Índice de Vulnerabilidad al Reclutamiento, el perfil del trabajador sometido a trabajo esclavo en áreas rurales en Brasil es el de un hombre (95% de los casos), joven, analfabeto funcional, de baja renta, migrante y procedente de municipios con peor Índice de Desarrollo Humano, especialmente de los empobrecidos estados de Maranhao, Tocantins y Piauí.
“Los explotadores necesitan trabajadores con fuerza física para labores pesadas y que no son atractivas para quien ya tiene una renta mínima”, precisa Théry. Asegura que se “demuestra que hay una profunda relación entre la esclavitud y la pobreza extrema”.
Esos trabajadores son atraídos con promesas de salarios que nunca obtendrán y obligados a ejercer labores penosas por hombres algunas veces armados o para que paguen supuestas deudas de transporte y alimentos que nunca conseguirán saldar. Son explotados en haciendas de difícil acceso en jurisdicción de municipios de reciente creación en las fronteras agropecuarias de la Amazonía. Son obligados a trabajar en carbonerías, en la apertura de áreas para la ganadería, en la producción de leña, la tala de bosques y la limpieza de pastizales.
El estudio mostró que el trabajo esclavo no es tan común como se pensaba en haciendas de soja y caña de azúcar debido a que estos cultivos ya están altamente tecnificados.
Expectativa de bancos
Previsión
La Federación Brasileña de Bancos usará el atlas para una mayor atención sobre los créditos. “No quieren ser sorprendidos ni denunciados por financiar actividades ilegales”, aseguró Hervé Théry.
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