Aunque Alan ya tiene experiencia a cerca de lo que la gente pensará o dirá luego de alterar o modificar alguna parte de su cuerpo, nada parece detenerlo, él está decidido a realizarse su primera extensión auricular.
La cita para realizar el cambio corporal de Alan Robles Alvarez, de 24 años, es en “Tatto Manía”, ubicado en la calle España casi Méxic. Apenas este cliente ingresa es invitado a pasar al ambiente lateral, donde se realizará el trabajo.
En el interior se puede observar un ambiente rectangular de unos tres metros de largo por dos y medio de ancho, al fondo del cuarto hay una vitrina metálica que guarda los implementos necesarios para realizar los trabajos de tatuaje y modificación corporal: las tintas, el alcohol, el algodón, las jeringas y otros implementos; al lado de éste, apoyado sobre una mesa de madera está el equipo de tatuaje, en la pared lateral, bajo un cuadro pintado a lápiz, se encuentra la camilla de trabajo y frente a él un sillón negro de cuero.
Alan se recuesta de lado en la camilla, al parecer todo ya está platicado entre ellos y es hora para que Eduardo Oliva comience su labor. El tatuador no requiere conversar mucho y comienza a limpiar su área de trabajo, casi mecánicamente dejando chorrear un poco de analgésico tópico; para que sólo instantes después una pequeña y delgada aguja ingrese en la piel del lóbulo de la oreja, sólo para anestesiar del todo.
Esta no es la primera vez que Eduardo realiza un trabajo de modificación en el cuerpo de Alan, ya que éste se realizó varios piercings y tatuajes anteriormente. Debe ser por ello que su comunicación ya es más visual.
Ya cuando la anestesia hace efecto, Eduardo atraviesa el lóbulo de la oreja con una aguja; pero esto sólo es el inicio puesto que detrás de ésta y con fracción de segundos, ingresa un dilatador. A simple vista se nota el esfuerzo y presión que ejerce Eduardo sobre el lóbulo y por otra parte, aunque no sea muy expresivo, Alan parece tener algunas molestias.
El dilatador es un objeto de plástico que inicia con un vértice delgado de milésimas de grosor, para finalizar en una medida superior, en este caso tiene una proporción de medio centímetro, pero se ve que hay muchos más significativos.
Luego de unos instantes de fuerza y tensión, el lóbulo de Alan cede y queda un orificio en la oreja, parece no haber dolor aunque sí se puede ver cómo un hilo de sangre se desliza por un lado del rostro. Ahora, Eduardo agarra una pieza metálica decorativa, que está dentro de un poco de alcohol desinfectante, para luego colocarla en la oreja. Finalmente el trabajo ha terminado.
PANORAMA LOCAL
La modificación corporal es un tema poco difundido y se pudo constatar que en Cochabamba no hay muchos adeptos o seguidores y es que sólo unos cuantos se animan a realizar cambios visibles en su apariencia; siendo el tatuaje y el piercing los métodos aún más tradicionales y aceptables dentro de la cultura urbana local.
Jimmy Rodríguez Gorena, propietario de “Jimmy’s Tatto”, que se encuentra dentro la Galería Achá, sobre la calle del mismo nombre entre Baptista y Ayacucho, afirma que en sus 15 años de trabajo en el ramo aún no ha podido realizar, ni ha visto, cuerpos con modificaciones significativas, siendo la extensión del lóbulo de oreja o nariz como lo más importante que ha realizado.
Jimmy es poseedor de una de las modificaciones corporales más significativas de esta ciudad, se trata de un implante subdérmico, que a simple vista pareciera ser una elevación cutánea, cuando en el fondo se trata de implantes metálicos intradérmicos.
“Me los hice hacer el 2005. Me costaron casi 400 dólares. Esto por el material que hay que emplear, esta modificación corporal requiere de una pequeña cirugía y por lo tanto requiere de cuidados”, afirma Rodríguez.
Este tatuador asegura que todavía en nuestro medio hay una especie de recelo o tabú con el tema, e incluso pareciera que existe una “especie de guerra de perjuicios”, puesto que la mayoría de la gente cree que las personas que se realizan estas modificaciones corporales son: pandilleros, delincuentes o drogadictos, cuando en países del primer mundo esta moda es vista como arte.
“Para mí es una manera de mostrar la belleza de mi cuerpo, el color y las formas que quiero darle”, aseguró Jimmy. Aunque también afirma que no tenía la idea de llamar la atención porque por muchos años él no era partidario de las modificaciones corporales, pero que con el paso del tiempo la idea le fue pareciendo cada vez más atractiva.
“El tema de las modificaciones corporales no son cosas de ahora, sino que hace muchos siglos atrás, algunas culturas modificaban su cuerpo como forma de jerarquizarse ante su sociedad”, finalizó Rodríguez.
Al respecto Eduardo Oliva asegura este tipo de trabajo corporal requiere de mucho cuidado en cuanto al área de salud, puesto que al abrir la piel el cliente está expuesto a posibles riesgos de infecciones.
Si bien él está capacitado para realizar modificaciones corporales de mayor envergadura, como lo son los branings, escaras, piercing genitales y otros, la clientela local aún no pregunta por este servicio, en cambio los extranjeros llegan a realizarse este tipo de modificaciones por el bajo costo en relación a su país.
Formas de identificarse
Ximena Vargas, licenciada en psicología, asegura que estas “marcas en la piel” son maneras de identificación que la generación actual está utilizando, como un código silencioso de pertenencia a una generación. “Esta es una manera en la que los chicos tratan de mostrar su pertenencia a ciertos grupos o culturas urbanas”, asegura Vargas.
Paola Guzmán asegura que ella comenzó a realizarse los piercings por seguir la moda y porque las joyas que se usaban le atraían y eran muy delicadas. Ella llegó a realizarse seis modificaciones corporales, todos ellos piercing.
Asimismo Alan asegura que para él la modificación corporal es sólo cuestión de moda, empezó a los 12 años y que en una época de su vida llegó a ostentar 26 modificaciones, entre piercings y surfface; y que luego se los quitó pero que a él le gusta el tema de la modificación corporal.
“Este grupo de personas sólo busca diferenciarse del resto, cada uno tiene su forma diferente de marcar esta diferencia y lo hacen a través de su cuerpo”, dice Vargas.
última modalidad
Otro tipo de modificación corporal es la que realiza Elvis Sossa, de 25 años, quien luego de formarse en Buenos Aires retornó al país con la idea de fortalecer el gremio de los tatuadores y crear respeto hacia su arte.
Él es uno de los pocos bolivianos que se anima a realizar la suspensión corporal. Sossa asegura que para lograr este fin sólo es cuestión de mentalizarse y controlar los equipos para realizar el trabajo con las mejores probabilidades de éxito.
Este truco se inicia con la perforación de piel virgen, sin anestesia, con cuatro ganchos de acero, para que con ellos quede suspendido en el aire por 18 a 20 minutos. Este es un trabajo que aún realiza en solitario porque no hay nadie que se interese por aprender.
Alan queda satisfecho con su extensión corporal; ahora tiene 26 perforaciones y cuatro tatuajes; además de su extensión de oreja.
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